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Debido al desarrollo de esta pandemia,  muchos niños en el mundo están cada vez más ansiosos por lo que esta situación significa para su propia salud, la de sus amigos y familiares.

La vida diaria, de adultos y niños, se ve afectada con las rutinas que se deben posponer de forma abrupta, como actividades recreativas, asistencia a escuela y trabajo, así como la limitación para acudir a eventos sociales o simplemente disfrutar del aire libre.

Los expertos nos orientan para que, como adultos, sepamos manejar este miedo y podamos ayudar a que los niños puedan sentirse seguros e informados.

El Dr. David Fassler, profesor clínico de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Vermont Larner, Burlington, y miembro del Comité de Asuntos del Consumidor del Academia Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente, exhorta a que los médicos y adultos proporcionen información honesta y precisa a todos los niños,  orientada a su edad y nivel de desarrollo.

Como adultos, tendremos que ser honestos al aceptar que tal vez no tengamos respuesta para todas las preguntas que nos formulen. La información seguirá cambiando a medida que aprendamos más sobre este virus y sus implicaciones mundiales.

Mientras tanto, los médicos y los padres debemos recordarle a los niños que hay muchos adultos que están trabajando muy duro para mantenerlos a salvo.

Es importante que prestemos atención no sólo a lo que le decimos a los niños, sino también a cómo se los decimos. Tenemos que hablar sobre el virus de una manera tranquila y práctica, evitando hacerlo desde una perspectiva ansiosa.

Si al hablares sobre esto, lo hacemos desde el miedo y la tensión, el niño lo percibirá y también se sentirá ansioso.

Tenemos que ser conscientes de que los niños también están escuchando nuestras conversaciones entre adultos e interpretando cualquier signo de ansiedad visible.

Hoy más que nunca, están expuestos a una sobre carga informativa a través de Internet, de los medios de comunicación, de amigos y familiares.

Es nuestro deber , como adultos, preguntarles qué saben de esto y qué han escuchado. De esa forma tendremos oportunidad de corregir toda la información inexacta que tengan.

Los más vulnerables en este momento, son los niños que han experimentado enfermedades o pérdidas graves. En éstos casos, se sugiere apoyo adicional.

Podemos alentarlos a que se acerquen a los adultos en los que confían, como su pediatra, familiares, maestros o especialistas para hacerles preguntas con confianza.

Aunque es útil y apropiado ser tranquilizador, los especialistas aconsejan no hacer promesas poco realistas. Está bien decirles a los niños que lidiarás con lo que pase, incluso si eso significa alterar los planes de viaje o los horarios de trabajo, pero no puedes prometer que nadie en tu familia se enfermará.

Los médicos y otros adultos pueden decirle a los niños, de manera apropiada para su edad, cómo se transmite el virus y cuáles son los síntomas. Pueden destacar que las personas que están más enfermas por este virus,  son las personas mayores y que ya están enfermas, en lugar de hacer énfasis en las personas más jóvenes y saludables.

Se recomienda mantener hábitos saludables como una buena alimentación, realizar actividad física en casa, mantener la rutina de sueño, realizar actividades lúdicas  y establecer nuevas pautas de higiene en casa, incluido el lavado de manos frecuente. Esto contribuirá en gran medida a reducir su ansiedad.

Si detectas que un niño está demasiado ansioso o preocupado por el coronavirus, deberás solicitar apoyo a un profesional de la salud para que pueda evaluarlo y asesorarte al respecto.

Las señales de que un niño puede necesitar ayuda adicional incluyen: dificultades constantes para dormir, pensamientos o preocupaciones intrusivas o comportamientos obsesivo compulsivos.

La buena noticia es que la mayoría de los niños son resistentes, se adaptarán, y continuarán con sus vidas.

Fuente: Managing Children’s Fear, Anxiety in the Age of COVID-19 – Medscape – Mar 11, 2020.