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Expertos de la Unidad de Trauma, Crisis y Conflictos de la facultad de psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona, enfatizan que existe cuatro veces más posibilidades la presencia de estrés postraumático en niños en cuarentena, que en niños que no han estado en esa situación.

Las preguntas son múltiples y no tenemos todas las respuestas. Sin embargo, se ha hecho un análisis de las variables que están en juego para brindar el mejor apoyo a los niños en esta situación de crisis.

EDAD

Entre más chicos son los niños, más dependen de sus padres. Los padres juegan un papel fundamental en la tranquilidad y serenidad de estos.
1.- Los padres deben de informar con palabras simples y claras lo que está sucediendo.
2.- Deben corroborar que lo que están diciendo, ha sido comprendido. Pueden hacerlo pidiendo a los niños que les repitan lo que han comprendido para saber si el mensaje fue correctamente interpretado.
3.- Con los niños en edad preescolar, los padres pueden hacer uso del juego, de los simbolismos y de las comparaciones mágicas para facilitar la comprensión de los mensajes.
4.- El niño pequeño necesitará sentir cuidado y protección. Los padres deberán trabajar en transmitir los mensajes con seguridad y tranquilidad empleando palabras de afecto. Nunca hay que dar por hecho que los niños no comprenden lo que pasa. No hay que suponer que “no se dan cuenta” y que no perciben las cosas. Pero, ¿qué decir si no tengo una respuesta? Es preferible responder “no sé” que dar una respuesta falsa.  También podemos postergar la respuesta con un: “déjame investigar” o “más adelante lo sabremos”.

CALIDAD DE COMUNICACIÓN ENTRE NIÑOS, PADRES Y TUTORES

Es importante conservar una misma línea de información. Si los adultos nos agobiamos con las noticias ¿qué podemos esperar de los niños que no tienen la experiencia ni el conocimiento para filtrar las noticias y fuentes de información? En este momento hay más preguntas que respuestas. Debemos de ser pacientes y cuidadosos con lo que dice, se publica o se escucha para no confundirlos más o desarrollarles preocupaciones innecesarias.

CULTURA, SITUACIÓN Y TEMPERAMENTO DE CADA FAMILIA

Todas las familias son diferentes. Pueden vivir en espacios pequeños o amplios, tener mayor o menor grado de incertidumbre económica, ser pequeñas o ser extensas, contar con mayor o menor cantidad de recursos humanos para llevar a cabo las tareas y responsabilidades del hogar, tener estabilidad mental de todos los miembros o padecer enfermedades mentales previas que desencadenan síntomas de depresión, ansiedad o miedo y que empeoran el funcionamiento familiar.

Nuestra casa es la extensión del yo, de nosotros en la intimidad, de nuestro espacio de movimiento, de nuestros límites. No es lo mismo vivir en confinamiento es un espacio físico amplio, que en uno reducido, ni tampoco vivir en un espacio estrecho, donde la distancia íntima se reduce e inclusive asfixia. Los seres humanos anhelamos más espacio íntimo, pero también más espacio social.
Los niños sin duda extrañan el espacio social, sobre todo porque no todos los seres humanos juegan con ellos.
Nosotros como adultos, contamos no solo con el recurso adaptativo de confinamiento, si no con los recursos cibernéticos, que han dado un nuevo matiz a nuestras relaciones en esta etapa de encierro. Aun así, esto tiene un límite. No siempre el encierro favorece la unión. Las circunstancias pueden ser desfavorables y disparar la fricción, el enojo y la agresión.

Para mejorar la dinámica y optimizar nuestro espacio, conviene una nueva organización tanto física y de tiempos, en donde podamos distribuir las áreas entre todos los habitantes. Los niños demandaran su espacio vital dependiendo de la edad y sus necesidades. Para ellos resulta más difícil porque son inquietos y más motrices.

Ante la imposibilidad de tener amplios espacios debemos apelar al juego. Los juegos cibernéticos han sido una alternativa, que deberá de regularse alternando con otros juegos creativos y motrices en la medida que el espacio lo permita.
La creatividad aunada la comunicación, puede ayudar a la nueva organización de espacios. Toma la opinión de todos los miembros del hogar, incluyendo a los niños. Si estamos conscientes que todos necesitamos un espacio vital, y que su reducción puede generar fricciones, podremos comprender y por ende tolerar más nuestras reacciones negativas. 

¿CÓMO HABLAR DE LAS EMOCIONES? HORA DE SEGUIR A UN LÍDER

Hablar de lo que experimentas, tus disgustos, tus enojos, tus pasiones, tus miedos ayuda a manejar tus emociones.
La recomendación es que no reprimamos las emociones de los niños, como el miedo, el estrés y la angustia ante la situación de crisis y confinamiento. Se requiere de un ejercicio de flexibilidad y tolerancia, y brindar apoyo para que los pequeños puedan desahogarlas. Las palabras de apoyo de los padres deben de ser honestas, sencillas, adaptadas a la edad de cada niño. La edad cronológica no necesariamente coincide con la edad mental del menor.


En condiciones de crisis en un sistema, surgen líderes lo cuales tiene más habilidades para regular y gestionar sus emociones. El adulto para el niño representa este líder, de quien espera mucho. En un sistema familiar también aparecen líderes para los propios adultos, y en estos puede recaer el control del sistema. Cada familia tendrá su líder, que no siempre es el padre, puede ser el abuelo, el tío abuelo, la madre, o simplemente un tutor. Aquí surge una palabra estratégica, relevo. El desgaste natural de un confinamiento largo, requiere que nos pasemos la batuta. Cuando uno de los líderes de familia se cansa, puede dejar el relevo a otro.

Otra estrategia que puede ser útil es redefinir roles y responsabilidades en donde el niño también debe participar. Este puede y debe desarrollar tareas emergentes acordes a su edad y nivel de respuesta. Ayudar a poner la mesa, dar de comer a los perros, recoger objetos tirados, son tareas que incrementan su nivel de responsabilidad y por extraño que parezca su autoestima. Es decir: “estoy colaborando con mi grano de arena para salir de esta situación de encierro, mi colaboración ayuda y aporta, y comparto responsabilidades”. Todos estos elementos le dan un valor al niño ante una situación novedosa y difícil.

SECUELAS PSICOLÓGICAS

Éstas pueden llegar a agravarse en los niños con inestabilidad emocional. Según la edad, pueden mostrar diferentes reacciones de ansiedad, como comportamientos regresivos (lloriquear, estar más apegado, hablar como si fueran más pequeños, orinarse en la cama) o somatizaciones (dolores de cabeza o síntomas relacionados con la ansiedad u otras emociones negativas). Resulta habitual que aparezca una mayor desobediencia o rebeldía ante las normas.

Cuando los niños se encuentran rodeados de padres ansiosos, el ambiente en muchas ocasiones será más tenso. La comunicación con un especialista en salud mental puede ser de gran ayuda ante el incremento de la cierta psicopatología preexistente. 

Sin duda, cada país, cultura y familia tienen sus particularidades. Estamos en la misma tormenta, pero no la navegamos en el mismo barco. Debemos confiar en los recursos que tiene nuestra familia y trabajar en las áreas que sabemos que nos hacen falta para fortalecer vínculos, favorecer la unión y el sentido de seguridad en los más pequeños. Mantenernos atentos a las situaciones cambiantes y críticas, nos ayudarán a tomar medidas inteligentes para preservar la salud mental de nuestros niños, que en un futuro, serán adultos como nosotros.

Bibliografía
• http://www.utccb.net/conozcanos/centro-de-crisis-de-barcelona.htm. Unidad de Trauma y Conflicto de la Universidad Autónoma de Barcelona.
• Manual de Psiquiatría Ifantil de Ajuriaguerra. Revisión y adaptación de la tercera edición castellana del doctor AURELIO LOPEZ-ZEA. Cuarta Edición. Ed. Masson, 1994.
• The influence of method factors on the relation between attitudes and self-reported behaviors in the assessment of acculturation. European Journal of Psychological Assessment, 22, 4-12, Beltrán, J. y Pérez, L. (2000).
• Educar para el siglo XXI. Madrid: CCS. Bernal y Barbas (2010). Una generación de usuarios de medios digitales. En Roberto Aparici (Coord.). Conectados en el ciberespacio (pp. 107-132). Madrid: Uned. Casas Aznar, F. (2007).
• Familia y relaciones intergeneracionales: cambios tecnológicos, cambios de valores y retos para la Psicología Social. En José Romay (Coord.), Perspectivas y retrospectivas de la Psicología social en los albores del siglo XXI (pp 171-182). Madrid: Biblioteca Nueva.
• Costa, R. y Costa, G. (1996). El arte de comunicarse en familia. Madrid: CCS.
• Reacciones psicológicas y psicopatológicas de adaptación de los niños ante el fenómeno del confinamiento. Dr. Enrique Camarena Robles, Presidente de la Asociación Iberolatinoamericana de Neurociencias y Psiquiatría.