Era una mañana lluviosa en el bosque. El Dr. MarcOso estaba muy triste porque ese año su abuelo oso se había ido al cielo.
Estaba resguardado debajo de un árbol, esperando que terminara de llover; cuando de pronto, bajó la mirada, y vio una luz que se colaba entre unas piedritas. Las movió y halló un librito escondido, muy pequeñito y de color café, con letras doradas en la portada.
Intrigado, lo tomó y se fue corriendo a su casita junto con el libro, a pesar de la fuerte lluvia.
Entró agitado a la casa, mientras su mamá preparaba un pastel.
¡Dr. MarcOso! ¡Estás todo mojado! ¡tienes que secarte las patitas antes de entrar! – le dijo mamá osa enojada.
El Dr. MarcOso, se limpió rápidamente las patitas y le entregó nervioso el libro a su mamá – ¡mira! ¡hallé esto junto al árbol del bosque! ¿sabes qué es? –
– ¡Mmm…interesante! – dijo mamá osa mientras levantaba las cejas – Este es un libro maya antiguo. Debió estar oculto en el árbol por muchos años sin que nadie lo hallara…. Aquí dice: “Comida de ánimas” – dijo mamá osa mientras seguía analizándolo detenidamente.- “Ánimas significa almas… creo que necesitamos sentarnos para entender de qué trata”
Mamá osa preparó chocolatito caliente, marca Chichí, y se lo entregó suavemente a Dr. MarcOso en su tacita azul favorita. El Dr. MarcOso se acostó junto a ella para escuchar atentamente lo que decía el misterioso libro.
“Si hallaste este libro, podrás conocer un secreto que pocos conocen”, decía la primera hoja.
Mamá osa siguió leyendo – “te revelaremos el secreto para demostrarle tu amor a los seres queridos que ya no están en la tierra” – Al oír esto, el Dr. MarcOso abrió muy grandes los ojos, pues lo que más quería en el mundo, era demostrarle su cariño a su abuelo que se había ido al cielo.
Mamá osa, intrigada con el libro, continuó leyendo: “Desde hace muchos años, los mayas descubrieron una forma para recordar y hacer felices a todos los que ya no están con nosotros. Si alguien importante en tu vida ya no está, en las siguientes páginas te diremos cómo demostrarle tu cariño a través de una comida muy especial”.
El Dr. MarcOso se mantenía atento, dando sorbitos y sorbitos, de chocolate caliente, mientras mamá osa se acomodaba los lentes para seguir leyendo.
“Las personas que fueron muy queridas y ya no están con nosotros, tendrán un permiso especial, durante 3 días al año, para venir a la tierra, de manera invisible, a comer lo que más les gustaba” – El Dr. MarcOso sonrió, porque sabía que a su abuelo oso le gustaba comer todo el tiempo.
Mamá osa siguió leyendo entusiasmada:
“Cuando el alma de tu ser querido venga a la tierra, no la podrás ver, pero ella podrá sentir tu cariño y regresar a jugar al cielo, luego de su visita…. Pero, para que esto sea posible, deberás hacer lo siguiente…”
El Dr. MarcOso corrió nervioso a buscar su libretita favorita para apuntar los detalles importantes, como siempre hacía.
Mamá osa empezó a dictarle:
“Necesitaremos armar un altar y lo primero que hay que conseguir es una pequeña mesita con un mantel.” – ¡Sí! ¡Tenemos una mesita muy bonita que no estamos usando! – Dijo Dr. MarcOso lleno de emoción, mientras bailaba moviendo los hombros.
Mamá osa continuó leyendo: “encima de la mesita deberemos colocar una bonita foto de nuestro ser querido, y también algunas velitas o luces que la iluminen, porque si viene de noche, no podría verla en la oscuridad, ni saber que ese altar le pertenece” .
El Dr. MarcOso, corrió a buscar de su álbum de recuerdos, la foto en donde aparecía su abuelo oso sonriente, sano y feliz.
La mamá osa siguió leyendo: “en la misma mesita, tendremos que colocar la comida, bebida, dulces y juguetes favoritos del abuelo” – ¡Wow! ¡sí que va a haber comida! – dijo Dr. MarcOso – ¡antes de ir al cielo mi abuelo era muy comelón! – Mamá osa empezó a carcajearse mientras rebotaba su pequeña su pancita de tanta risa.
“Por último, deberemos colocar algunas flores y cosas bonitas para decorar”, mamá osa cerró el libro y fue a buscar su bolsita para salir.
Dr. MarcOso y mamá osa, fueron a conseguir chocolates, xec, mucbilpollo, manzanas, tamalitos y mucha miel de abeja, la favorita del abuelo. Cuando iban de regreso a su casita, recordaron que al abuelo le gustaba jugar con un papalote, así que fueron por uno igual para ponerlo también en la mesita.
Luego de unas horas, ¡el altar estaba listo!, quedó tan bonito, que sin duda el alma del abuelo oso podría verlo y saber que lo habían hecho sólo para él.
Mamá oso y Dr. MarcOso se fueron a dormir profundamente. Al despertar , el Dr. MarcOso ya no se sentía triste como el primer día. La comida seguía en el altar, pero el Dr. MarcOso ya conocía el secreto del libro… Las almas pueden sentir el olor, el sabor y la textura de la comida, pueden llenarse, sonreír, jugar y sobarse la pancita cuando se empachan con tanto dulce. Disfrutan de todo, aunque el altar parezca intacto.
El Dr. MarcOso sonrió y abrazó a su mamá contento. Imaginaba la sonrisa de su abuelo agradecido por tan maravilloso regalo. – ¡No puedo esperar al próximo año para prepararle a mi abuelo algo aún más bonito! ¡Lo voy a sorprender con algo rico para que sepa que aún lo quiero y extraño! – dijo Dr. MarcOso ya sin nada de tristeza a su mamá.
Mamá osa y Dr. MarcOso, empezaron a comer la comida del altar, la miel estaba deliciosa y los tamalitos más. En su corazón sabían que el alma del abuelo oso los acompañaba y disfrutaba de cada bocado junto con ellos, como si aún estuviera en la tierra. Pasaron muchas horas riendo y compartiendo historias bonitas que vivieron junto al abuelo. Eso fue el mejor regalo que le pudieron dar en ese día mágico y especial. Aunque no se puedan ver, saben ahora que pueden seguir demostrándole su cariño cada que lo recuerdan con amor.
Ahora más osos conocen esa tradición y aunque según en donde vivan cambia la forma de celebrar, todos tienen algo en común, no olvidan a sus seres queridos.
Dr. Marco Escalante Rodríguez | Pediatría & Nefrología www.drmarcopediatra.com
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